sábado, 20 de noviembre de 2010

I still love you, baby;

Va pasando el tiempo y yo sigo clavada ahí, en esa mañana soleada y calurosa, en esa mañana de agosto, es ese día siete que fue nuestro principio y nuestro fin. Ahí es donde me he quedado, entre tu cuerpo y tu colchón, rendida ante tus besos y ante mis recuerdos. No hay momentos, no hemos compartido muchas horas, no físicamente. Poco tiempo hemos estado piel con piel pero, tú fuiste muy importante, tú lo fuiste todo y mucho más que eso. Tú me decías que aunque era impensable deseabas pasar toda tu vida junto a mí. Y yo me lo creí. Todavía no sé de donde saqué en aquel momento la fuerza para confiar en tus palabras, ceros y unos en un sistema informático, letras en la pantalla de mi ordenador. Letras, sí, pero nunca esas veintisiete grafías que posee la lengua española me habían hecho tan feliz. Tú me susurraste en código binario aquello que no supo decirme nadie más y yo, a pesar de lo frío que es esta clase de amor, supe encontrar mi felicidad leyendo entre líneas, queriéndote a poquitos, entre "t" y "ch" me enamoré locamente de mí. Muchos dirán que eso es imposible, ¡hala, loca, a dónde vas! Yo lo he vivido, sé bien lo que sentí, sé que aún recuerdo tu sonrisa algunas noches, sé que sigo soñando contigo, sé que se me acelera el corazón cuando me hablas aunque después seas un borde y hagas que mis labios tiemblen y mis ojos se inunden. Yo te amé, amé nuestros pocos besos de verdad, amé nuestra complicidad y tus ojos brillantes, amé tus manos que hablaban por ti cuando no sabías qué decir. Y te amo, todavía, tanto como de aquellas, porque algo así nunca se olvida.
Para que luego digas, T.
Att: You're breath (L)

No hay comentarios:

Publicar un comentario