viernes, 19 de agosto de 2011

Alejandro Espiño Castro :$

Puede que las cosas buenas sólo sean eso, cosas buenas. Puede que no tengan explicación, razón ni lógica. No hay que darle demasiadas vueltas, digo yo, si eres feliz, eres feliz y, como diría un buen gallego, al carallo. Pues muy bien, él es mi particular "al carallo" y me siento muy orgullosa de ello. Él no permite que dude y no me deja tener miedo, él es lo más simple que tengo en la vida, es como una buena ración de helado, me hace feliz y punto. Podría decir ahora mismo que lo quiero por todo lo que es, y no sería mentira. Si describiera y enumerara cada una de sus cualidades podría quedar bien pero, éste no es el caso. Cuando digo que él es importante lo que quiero es que con aquello que yo escriba él se sienta importante. Por eso tiemblo yo, por su felicidad, porque cuando siento que él hierve de plenitud yo no necesito absolutamente nada para estar igual de alegre. El más mínimo de sus roces puede hacer que caiga en el vacío, él es mi luna y yo soy su vida. No sé cómo explicar que soy tan suya que he dejado de ser mía, a estas alturas tengo claro que todo podría ser diferente pero no quiero que cambie. Me gustan las cosas tal y como están porque, incluso en lo más profundo de mi ser, sé que la existencia de una alma atormentada como la mía no cabría esperar nada mejor que él.

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