viernes, 19 de agosto de 2011

Si no amas los detalles más pequeños no entenderás.

I. Ella era una chica normal, diríamos que una de esas chicas de ropa normal y personalidad de andar por casa. Era una chica que vivía encerrada en las historias de esos mamotretos, a los que ella llamaba libros, que leía a todas horas. Le gustaba cantar y hacía grandes esfuerzos para mejorar su pequeño talento, sentía pasión por la belleza, los acordes y las letras la hacían llorar. Tenía una reducida agenda de buenas amigas, o eso era lo que ella creía, y unos cuantos conocidos que poco sabían de ella pero la hacían reír. Comía poco y solía salir a correr por las tardes por la maravillosa muralla romana de Lugo. Era una soñadora nata, con la cabeza llena de pájaros. Era inteligente, tenía una impresionante memoria y buenas notas. Creía haberse enamorado alguna vez, aunque éso ya es otra historia.
V. Él era todo lo contrarío, un intento de chico malo, un loco que vivía la vida intensamente como si no hubiera nada más, era un chico corriente y moliente pero increíblemente poco común en medio de lo común que podía llegar a ser. Era el típico gallito de barrio, el chulo de marras que vuelve locas a las chicas. Su pasión: las motos y los coches. Su terror: la gente que se aprovechaba de la debilidad de sus víctimas. No quería enamorarse, era de los que estaban con una chica hasta que se cansaban y buscaban a otra. Tenía un grupo de amigos idiotas y luego estaban los de su infancia que eran unos verdaderos encantos. Estaba obsesionado con llegar a trabajar como guardia civil pero para eso aún le faltaba mucho y, a sus trece años, sólo eran suposiciones.
Nuestra historia comienza cuando L., la mejor amiga de I., la llama para contarle que ha dejado a su novio por un chico con el que se había enrollado durante un intercambio escolar a Francia. I., por su parte, le cuenta que acaba de volver con S. y está muy feliz pero que echa mucho de menos a su amiga y quiere verla pronto. Se ponen de acuerdo y deciden quedar en las fiestas del patrón de Lugo, San Froilán, todos juntos.Así que un lunes por la tarde, al salir de clase, I., S. y sus compañeros de clase se dirigen hacia el recinto ferial, donde L. los espera delante del Booster para presentarles a su nuevo novio. I. en su nube, apenas se fija en el chico delgaducho que está a punto de ponerse una gorra que alguien le ha estado sosteniendo mientras se subía a alguna atracción de feria. Y lo único que ve, cuando L. se lo presenta como V., su novio, son unos llamativos ojos de todos los colores, unos ojos azúl grisáceo y verde con motas ambarinas espolvoreadas por su iris. Los ojos más bonitos que había visto nunca, eran verdaderamente increíbles. Durante los días que siguieron I., L. y otra amiga quedaron más de una vez con V. y su amigo A. Fue increíble la forma en la que I. y V. conectaron y se hicieron amigos, aunque ninguno de ellos podía predecir lo que iba a ocurrir. Una tarde, cerca del invierno, I., V., L. y A. van al cine y mientras I. piensa en lo que le habría gustado que S. estuviera allí nota un roce en su pierna y, al girarse, ve como V. la mira intensamente mientras besa a L. Noviembre, dos meses con L., está lloviendo a cántaros pero I. y V. se mojan mientras hacen tiempo hasta que L. salga de sus clases de baile. Llegan a la plaza y se encuentra a S., que hace poco dejó a I., V. quiere hablar con él, pero ella lo agarra instándole a marcharse, resbalan e I. se cae encima de V. una descarga eléctrica recorre todo su cuerpo sin piedad y caminan agarrados de la mano hasta que ella, se la suelta sintiéndose muy culpable por lo que acaba de pasar. Al día siguiente V. deja a L. y le confiesa a I. que quiere estar con ella. I. llama a su mejor amiga que le suplica que le diga que sí, así que I. termina aceptando, pero sintiéndose terriblemente culpable por la tristeza de L. corta toda relación con él a los pocos días. No volverá a verlo hasta tres semanas después, pero se creerá morir al sentir el desprecio con el que él la trata. "Me lo tengo merecido" piensa ella. Unos días más tarde un chico del instituto le pide a I. que salga con él pero ella, que no sabe qué contestar, le dice que se lo pensará. Así empiezan las vacaciones de navidad que cada uno pasará en compañía de su familia. El cinco de enero, I. se entera por L. de que V. ha empezado una extraña relación con una niña que tiene un año menos que ellas y se llama R. El mundo se para e I. no puede respirar, sin entender el por qué, los celos la comen por dentro y le cuesta soportarlo. Se siente desgraciada por no haber aprovechado su oportunidad. L. le pide que haga algo, no puede soportar la idea de que V. esté con esa chica tonta que la trata con superioridad porque tiene lo que ella desea. I. decide quedar con él, pero sabe que él no querrá verla, así que al enterarse de que R. va a la misma academia de baile que L. ve su oportunidad, él ha quedado allí con R. y ella aparece con L. como si nada. "Hola chicos, V., ¿no me dices hola? Vaya, que lío, y ahora qué hacemos... ¿Quieres que entremos con vosotras mientras ensayais, R.? V. creo que es mejor que demos una vuelta por fuera... ¿Que te devuelva la gorra? No, ven a por ella si la quieres" y así V. e I. salen de la academia y terminan agazapados en un portal, él no quiere pero I. sabe bien lo que tiene que hacer para probar, por primera vez, sus labios. Así que cuando él se sienta cerca, ella se arrima más argumentando frío, hablan mirándose a los ojos y su proximidad se va convirtiendo, lentamente, en un apretado abrazo. Ella huele su ansiedad, sus ganas, su pasión controlada, ella siente, por fin, a ése niño dulce que sabe que existe bajo su caparazón. Mirándole aún a los ojos I. le cuenta la historia de J., a quien todavía no ha contestado, y cambiado de tema siguen con la amena conversación. Las palabras se convierten, poquito a poco, en susurros y, los susurros en miradas. Sus labios están más cerca cada vez, tanto que I. siente con creciente excitación cómo se rozan con cada palabra. Él le da un ligero beso en los labios, un roce efímero que deja a I. con ganas de mucho más, cargada de mariposas y corriente eléctrica, sintiendo cada átomo que los separa como si estuviera observándolos a través de un microscopio. Se le eriza el vello, se le pone la carne de gallina, siente su respiración agitada y la confunde con la de él, observa sus labios, que la están volviendo loca, siente algo increíble, un vuelco al corazón, una caricia al alma, ¿algo parecido al amor? Entonces él, en voz muy baja, dice: lo siento mucho por J. Y la besa, un beso que I. no olvidará nunca, un beso de nueve de enero del dos mil nueve, con sabor a siete menos diez de la tarde, un beso que aún hoy, a punto de cumplir diecisiete, la persigue como un latigazo.

- ¡Qué culo tiene ésa tía! Joder con la amiguita de tu novia, ¿eh?
- ¿Es que quieres tirártela?
- Lo conseguiría si quisiera...
- Yo creo que ella me preferiría a mí...
- ¿Apostamos? A ver quién la consigue antes.
- Ganaré.
- Lo dudo, tu novia es su mejor amiga...
Y así, con una simple apuesta, comienza nuestra historia.

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