lunes, 20 de diciembre de 2010

.Welcome to the hell;

¿cómo puede ocurrir algo así? Voy perdiendo toda mi integridad, por ti. No sé ni quiero saber hasta que punto llegaré en mi vida sin ti. Ojalá pudiera refrenar la imperiosa necesidad de darte alcance, pues te necesito, tu presencia me hará libre. Libre de lo que siento. Ojalá no te empeñaras en hacerme fracasar, en matarme y en hacerme llorar. Ojalá no fueras la cura de mi dolor. Justo tú, de entre muchos, eres el elegido de mi corazón. Que injusticia, que injusticia que me haya enamorado justo de quien no puedo tener, que injusticia que siga gritando tu nombre. Que injusticia que tenga que levantarme cada mañana mintiéndome a mí misma, digo que te odio, que no eres nadie para mí y sigo mintiendo a lo largo del día. Digo que no tengo hambre para no desayunar y, en realidad, comer es lo único que me apetece; digo que no quiero caminar porque cuanta más larga es la distancia más pienso en ti; digo que he hecho los deberes porque, si no, sabrían que he estado pensando en ti; digo que estoy feliz para no desilusionarles, para que piensen que me he olvidado de ti y no me impidan recordarte; digo que estaré muy ocupada porque no quiero que nadie me moleste mientras dejo que mis lágrimas resbalen por mis mejillas por ti... Todos mis días son iguales, tú me desorientas, ¿por qué has vuelto a hacerme dudar ahora que lo tenía claro? PEREZA, ira, lujuria, envidia, gula, soberbia y avaricia. Y tú, que eres mi pecado, mi gran pecado, y que acabarás conmigo en nuestro infierno, quemándonos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario